En la gran mayoría de los casos,
el
glaucoma no provoca síntomas que puedan ser detectados por
el enfermo hasta estados muy evolucionados e irreversibles. Por esto, es
fundamental que las personas con
perfiles de riesgo —como los
pacientes con antecedentes
familiares de glaucoma,
diabéticos,
personas con miopía elevada y los mayores de 35 años— se sometan a revisiones
oftalmológicas periódicas.
El daño que produce el
glaucoma es irreversible, por lo que
los resultados serán mejores cuanto antes se realice el diagnóstico y se
establezca el tratamiento oportuno.
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